LAW21 surge por la necesidad de sus socios de ejercer el Derecho de una forma diferente centrada ofrecer a nuestros clientes soluciones que se sirvan del Derecho para crear valor, reforzar las relaciones de negocio y manejar debidamente el riesgo; una parte importante de esta concepción se basa en el Derecho Proactivo. Las recientes novedades procesales apuntan a una visión del Derecho menos confrontacional; los MASC -sin duda en la línea del Derecho Proactivo- están de plena actualidad por lo que vamos a publicar una pequeña serie de posts dedicados al Derecho Proactivo y, en última instancia, a su relación con los MASC.
La práctica legal ha estado dominada históricamente por un modelo reactivo. En este enfoque tradicional, el que hemos aprendido todos los abogados, el abogado interviene primordialmente después de que ha surgido un problema, una disputa o una crisis. Nuestra labor se centra en la resolución de conflictos ya existentes, la litigación como principal herramienta y la gestión de las consecuencias una vez que el daño se ha producido. Esta perspectiva a menudo lleva a percibir el derecho no como una herramienta estratégica para la construcción y el crecimiento, sino como una restricción necesaria, un coste inevitable o una carga administrativa que debe gestionarse, lo que, comprensiblemente, lleva a muchos clientes a considerar a los abogados como algo preferentemente a evitar en lugar de unos aliados para sus negocios.
Esta visión tradicional, sin embargo, presenta limitaciones significativas en el complejo entorno actual. El enfoque reactivo, la intervención ex post, suele implicar costes elevados, especialmente los asociados a litigios prolongados, posibles daños a la reputación de las partes involucradas y un enfoque retrospectivo que puede dificultar la preservación o el fortalecimiento de relaciones comerciales valiosas. La persistencia de este modelo no responde únicamente a la inercia de la tradición; refleja también una concepción profundamente arraigada del derecho como una función de «reparación» o «defensa» en lugar de una de «construcción«, «prevención» o «facilitación«. Esta mentalidad condiciona tanto a abogados como a clientes, limitando la posibilidad de integrar el asesoramiento legal en las fases tempranas de planificación y toma de decisiones, perpetuando así el ciclo reactivo. Cambiar hacia un modelo más proactivo, por tanto, requiere no solo una evolución en las metodologías de trabajo de los despachos, sino también una transformación en la percepción del cliente sobre el valor estratégico que el derecho puede aportar antes de que surjan los problemas.
En este contexto, a principio s de este siglo emerge con fuerza el Derecho Proactivo (proactive law), que representa un cambio de paradigma fundamental. Se trata de una filosofía y una metodología orientadas hacia el futuro que buscan no solo anticipar y prevenir problemas legales, sino también utilizar el conocimiento jurídico como un instrumento para crear valor, fomentar el éxito y construir relaciones sostenibles. Su origen se encuentra en la necesidad práctica, surgida en entornos empresariales y sociales, de equilibrar la lógica legal tradicional, a menudo centrada en el conflicto, con las realidades operativas y los objetivos estratégicos. Si bien se nutre de los principios del derecho preventivo, popularizado por Louis M. Brown desde mediados del siglo XX, el derecho proactivo va un paso más allá, añadiendo una dimensión promotora del éxito y el bienestar. Su desarrollo ha sido particularmente notable en los países nórdicos, donde se ha consolidado una escuela de pensamiento específica.
El impulso hacia enfoques más proactivos parece correlacionarse, además, con la creciente complejidad del entorno regulatorio y la intensificación de la globalización. Un panorama legal y comercial más intrincado, con normativas cambiantes y mercados interconectados, multiplica exponencialmente los puntos potenciales de fricción y riesgo legal. En este escenario, el modelo puramente reactivo se vuelve progresivamente más costoso, ineficiente y arriesgado. La anticipación, la planificación y la gestión estratégica de los aspectos legales dejan de ser una opción para convertirse en una necesidad imperativa para la sostenibilidad y el éxito, tanto para empresas como para particulares. Esto sugiere que la demanda de servicios legales con un enfoque proactivo sea una tendencia estructural con visos de consolidarse.
En LAW21 siempre hemos entendido que el Derecho no debe limitarse a resolver conflictos, sino que puede ser una herramienta para construir confianza, promover objetivos comunes y generar valor sostenible. Para lograrlo, integramos disciplinas innovadoras como el Legal Design y el Design Thinking, asegurando que cada instrumento legal esté alineado con las metas específicas de nuestros clientes y sea comprensible para todas las partes involucradas.
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